Primer debate / Ruelas
Aguascalientes, Abril 09 (2024).- “Debate” es una palabra que se ha puesto de moda en los regímenes democráticos, el discurso político de los que quieren impresionar señala siempre, “vamos a debate”, como una suerte de aquellos pleitos de la escuela primaria “… el que escupa primero” … En la realidad no hay debate de opuestos real, la construcción del debate lo hacen los medios de comunicación poniendo la tesis y antítesis de los predicados de los actores políticos. No fue el debate esperado.
Es de origen francés “débattre”. Se puede interpretar como “luchar” o “combatir”. Se integra curiosamente, por un lado, “de”, que significa “abajo” y “Batre” que es “golpear”. Es hasta el siglo XIV que significó “discutir”; su propia dialéctica lo lleva a la defensa de los argumentos y, adquiere funcionalidad cuando se hace frente a auditorios como parte del circuito de una discusión. Se adhiere al sentido democrático de participación y deliberación. Los auditorios pasivos o activos deben asumir exigencia, verdades, valores.
¿Hasta dónde vivimos la discusión racional, argumentada, emocional? La racionalidad fue poco invertida, se acumuló el impulso de las emociones por vía de adjetivaciones “ad hominen” de los postulantes, poco proyecto y mucho ataque y crítica. Los datos que presentaron fueron en frío, no desenvolvieron sus contenidos. Poco se señaló los cómo, cuándo, con qué, cuánto, es decir el proyecto fue sustituido por la narrativa de la agresión a las fallas del pasado, se abusó del yo, “cuando fui, yo hice, soy…” el abandono de la tercera persona del plural, los electores, los que decidirán, se sintió.
De la calidad deliberativa dependerá la actitud del electorado, sobre todo de la racionalidad del voto. El debate dictamina una acción de auditoria ciudadana en que el elector decreta si premia o castiga con su voluntad política de manera civilizada. El tema es sencillo. El actual gobierno ¿cumplió sus compromisos?, cómo los cumplió, en su caso, cuánto le costó a la hacienda pública nacional que aportan los emprendedores y los profesionales “aspiracionistas” que posibilitan el presupuesto de la nación. Proponer la continuidad no fue satisfactorio, la sociedad al pendiente del debate no compró este boleto. La defenza de compromisos no cumplidos no llegó a final feliz.
La candidata Xóchitl mostró madurez, pero no tranquilidad, le fue difícil sintetizar su narrativa, creo que el guion le encandila, pues con la prensa después del debate estuvo la verdadera Xóchitl. Claudia dejó la frialdad a flor de piel, su discurso corporal fue el más fuera de la comunicación. Máynez, al final obtuvo dividendos ya que atacó sin exponerse.
La relación dialógica entre las candidaturas fue de ataque, no hubo gentileza ni acción argumentativa para convencer, sus proyectos solo se anunciaron con brevedad. Se ausentó el valor de saber escuchar, en consecuencia, no se presentó en escena la deliberación sustantiva. Poca calidad de la narrativa y pobre la discusión.
A pesar del formato sofisticado, barroco y, la pésima producción. Las lamentables fallas de los cronómetros, la acción de cámaras incoherentes, las voces de la producción que no dejaron de escucharse, las colorimetrías…, que nadie pudo explicar. El diseño del escenario que nadie entendió la asociación conceptual con el debate; además, el centro evocaba un concurso televisivo.
Recordemos que en las elecciones federales 2012 y 2018, se examinó la conducta discursiva y deliberativa en seis debates. En 2012, #YoSoy132, condujo la relación dialógica entre candidaturas. En 2018, bajó el nivel argumentativo, las emociones desde las entrañas ocultas de las voluntades demandaban cambio. No perdamos de vista el papel de los medios de comunicación, seleccionan fuentes, captan discursos corporales, instantes discursivos que ponen en la percepción del público. La fiesta mediática del “post debate” se mostró en el dominio de los medios desde palacio nacional.
Numeralia del debate, (Héctor de Mauleón), el 73.6% vio el debate. 60.1% piensa que Xóchitl dio mejores propuestas. El 13.6% cambió sus preferencias del voto. 60.3% cambió su voto después del debate, por Xóchitl. El 51.1% de los que vieron el debate, cree que Xóchitl va a ganar la elección. Habrá un nuevo intento de propaganda y publicidad mediante el “abracadabra”: “… pase usted primero a la caja”. Asomará la luz de quienes saben que están equivocados y pedirán perdón al consciente colectivo. En fin, cada postulanta y postulante dirá que “ganó el debate”, así lo denunciarán durante varios días en sus publicaciones.
La gran certeza, el electorado ganó, la ciudadanía confirmó su voto y lo mantendrá en discreto, lo mantendrá hasta que transforme la boleta en voto. Es falso que una persona encuestada pierde su voluntad. El electorado no se confiesa con el encuestador. La encuesta no es un sistema de precognición, ¡dejen en paz al elector! Por quién votar es un derecho sin intermediarios.
¡Nadie faltará el 2 de junio!
¡El voto cancela o salva el futuro!